lunes, 25 de marzo de 2013

¿Qué sabemos sobre el tema?

Hemos oído a lo largo de nuestra vida toda clase de comentarios sobre los pueblos y sus lenguas. 

Afirmaciones fundamentadas, la mayoría, en estereotipos:
    
 - "El francés es el idioma más sensual y hermoso que existe".
  
  - "Los italianos e italianas te seducirán con su acento".
  
  -"Los españoles son unos ineptos para aprender idiomas".
  
  -"Hablar inglés te dará caché". 

Lo que dije; aburridos estereotipos sociales:

 Los franceses son finos y elegantes, los italianos pasionales y románticos, ¡los españoles unos flojos! y los ingleses personas llenas de cortesía.

 Evidentemente, estos enunciados no pueden tomarse demasiado en serio. Son banales.

 Pero, ¿y en lo referente al idioma en sí y a su aprendizaje?

Personalmente, sí puede atraerte más la sonoridad de cierto idioma, preferir expresarte en uno u otro por razones estéticas o del tipo que sea (puede, perfectamente, venir alguien diciendo que se siente más conectado a lo espiritual hablando en tibetano), sentir una absoluta fascinación por uno en concreto o sencillamente enorgullecerte del tuyo. 
   
 Éstas son las afirmaciones más extendidas, o al menos las que con más frecuencia he
 escuchado:

 - El inglés posee un léxico inferior a cualquier otro idioma europeo. ¿Aún no has aprendido inglés? ¿A qué esperas? ¡Es uno de los idiomas más sencillos y de más utilidad!


-Las lenguas romances son las que presentan mayor riqueza léxica.

 -No hay idioma sobre la tierra que iguale en perfección al latín y griego clásico. 
  
 -A la mayoría de italianos y españoles se les da mal el inglés. 
   
 -Olvídate de aprender con propiedad en una edad adulta cualquiera de estos idiomas: árabe, chino mandarín, japonés, húngaro, ruso... son demasiado difíciles.
   
 -Árabes y eslavos están mejor dotados para el aprendizaje de idiomas.
  
 Y de aquí se deduce, claramente, que hay personas aventajadas en el aprendizaje de idiomas, y esas son las que tienen como idioma nativo uno complejísimo. 
 O bien, que también se dice, aquellas otras que hayan ya aprendido, al menos tres lenguas. Y esto último no parece del todo descabellado. 
Todos podemos imaginar la destreza y competencia adquiridas por estos individuos. 

 Hay otras que se atreven a dar un paso más: afirman con toda tranquilidad la supremacía de una determinada lengua unida a un mayor logro expresivo (ésto suele justificarse con la creación literaria).  
Pero, ¿es eso cierto? ¿existe realmente una lengua con mayor poder comunicativo?
  
 Pensar esto y lo anterior no es nada raro. Esta serie de 'rotundidades' no sólo se escuchan en contextos estudiantiles o casualmente por la calle, sino que también se ven apoyadas en artículos y rankings publicados en revistas especializadas.   
Tampoco es imposible oírselo decir a un docente que imparta clases de lengua o de enseñanza de algún idioma.  

 Pero... si por algún casual de la vida, usted al montarse en un tren va a parar sentado al lado de un lingüista, le digo yo, que éste, no tardará demasiado en revelarle uno de los secretos mejor guardados del lenguaje: la inexistencia de lenguas fáciles o difíciles. O simplemente puede hacer como yo; matricularse en filología y esperar hasta el segundo cuatrimestre del primer año para enterarse.  

Efectivamente, mi profesora no tardó mucho en pronunciar el golpe: en la tercera clase reventó.

Por eso, viajeros de tren, filólogos, gente interesada en el lenguaje y los idiomas (todos en mayor o menor medida) comparto vuestro desconcierto.

 El tema, al principio, choca...
    
¿Cómo podríamos llegar a esa concepción de igualdad entre lenguas, por nosotros mismos?  Es decir, ¿por pura intuición obviando en todo lo posible nuestra lengua nativa a fin de no comparar ésta con ninguna otra?

 Nuestro propio sentido común nos dice lo siguiente: a un español le parecerá más sencillo aprender portugués o italiano que alemán, y a un alemán le costará menos esfuerzo aprender neerlandés que un idioma romance como el italiano, el portugués o el español. 

Según esta deducción, el italiano o portugués son lenguas fáciles de aprender para un español si la comparamos con el alemán o neerlandés. 

Pero surgen, de inmediato, dos preguntas;  
¿el hecho de que para una persona que conozca el español sea más fácil el italiano que el alemán garantiza que el italiano es un idioma sencillo y el alemán una lengua con una estructura más compleja y difícil para su aprendizaje? 

 Y la última:
¿Cómo llegar entonces a la conclusión de que ninguna lengua es más fácil o difícil que otra? 

Se vuelve imposible... a no ser que quieras estudiar lingüística o leer este blog.

Con la lingüística uno debe abrir bien la mente y liberarse de algún que otro ingenuo (o no) prejuicio. 
Pero, ¿qué es la lingüística? Estoy segura que nadie quedará satisfecho al decir: "aquello que se ocupa del lenguaje".
  
 Por eso, es de vital importancia dar una definición más esclarecedora:  la lingüística es una disciplina científica afanada en el estudio del lenguaje humano articulado desde todos sus puntos de vista posibles.  
                         
¿Disciplina científica? Siempre saldrán los que, en un primer momento, pongan en tela de juicio el calificativo 'científico', y me gusta pensar que sólo se debe a un entendible distanciamiento del tema en cuestión. No queda más remedio pues, que recurrir a la definición de ciencia.
  
Una ciencia es un conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento sistemáticamente estructurado, de los que se deducen principios y leyes generales. A partir de estas observaciones y razonamientos se da paso a las construcciones de hipótesis y esquemas organizados metódicamente, permitiendo adquirir y organizar el conocimiento sobre hechos objetivos y accesibles a varios observadores, basados en criterios de verdad y en una corrección permanente.   

 Sin temor en caer en la duda, la lingüística sí es una ciencia, ya que busca explicar cómo funcionan las lenguas a través de los diferentes tiempos de la humanidad, y cómo los hablantes son capaces de entenderlas y procesarlas mentalmente.

  Se trata de una ciencia teórica dado que formula explicaciones diseñadas para justificar los fenómenos del lenguaje. 
Diseña teorías sobre aspectos del lenguaje y una teoría general del mismo.

 Sin embargo, cabe observar que la lingüística no es sólo un saber teórico, es además una ciencia empírica que realiza observaciones detalladas sobre lenguas, para confirmar o refutar informaciones de tipo general. 

 En ese sentido, el lingüista como científico, habrá de aceptar el lenguaje tal como se observa y a partir de su observación, explicar cómo es.  
Su función no es la de evitar el "deterioro" de la lengua ni mucho menos procurar una "mejoría". No se trata de una ciencia prescriptiva sino meramente descriptiva. 
   
 Antes de avanzar y seguir aportando una necesaria información introductoria del concepto 'lingüística' debo detenerme a considerar una serie de distinciones, a simple vista triviales, pero de gran importancia para esclarecer, una vez más, el objeto de esta disciplina. 

 La lingüística como ciencia, no debe confundirse con el conocimiento práctico de los idiomas. El lingüista estudia, sin lugar a dudas, los idiomas, pero no para aprenderlos, sino que los estudia científicamente como fenómenos y no como instrumento personal.
                                                                                  
Para ilustrar mejor la idea, podría decirse que una persona puede saber un solo idioma; el suyo (el cual es instrumento de su expresión) y ser a la vez, profesionalmente, lingüista. Mientras que otras personas pueden saber diversos idiomas y no ser más que políglotas.
   
En realidad, el lingüista no precisa en absoluto saber hablar el idioma que se propone estudiar científicamente, aunque a menudo lo aprenda, para facilitarse la investigación y adentrarse culturalmente en él. 
Siendo esto así, un lingüista sin competencia idiomática en guaraní no se verá incapacitado para elaborar una gramática científica en dicho idioma, mientras que un individuo que hable guaraní no podrá hacerlo a no ser que sea lingüista. 

 La idea de que un lingüista sólo puede estudiar las lenguas que habla y escribe con soltura y fluidez, de aplicarla estrictamente, impediría el estudio de lenguas que no conocemos y por tanto, imposibilitaría el conocimiento de lenguas ignotas.  

Ahora sí, puedo continuar... 
 Con la publicación de "Curso de lingüística general" (1916), compuesto por apuntes que alumnos tomaron en el curso dictado por el suizo Ferdinand de Saussure, se convierte la lingüística en una ciencia integrada a una disciplina más amplia: la semiología, que a su vez forma parte de la psicología social. La distinción entre lengua (el sistema) y habla (el uso) y la definición de signo lingüístico (significado y significante) han sido fundamentales para el desarrollo posterior de la nueva ciencia.

 
En el siglo XX el lingüista estadounidense Noam Chomsky creó la corriente conocida como generativismo, produciéndose un desplazamiento en el centro de atención: se concibe la lengua como proceso de la mente del hablante.
 La capacidad innata (genética) para adquirir y usar una lengua: la competencia. 

 Toda propuesta de modelo lingüístico debió pues, adecuarse al problema global del estudio de la mente humana. 
 En esta perspectiva la lingüística es considerada como una parte de la psicología o más exactamente la ciencia cognitiva.
    
 Chocan así, (ambas por igual) con una escuela que toma fuerza a finales del siglo XX y que es conocida como funcionalista. 
Por oposición a ella, las escuelas tradicionales chomskiana y saussuriana reciben conjuntamente el nombre de formalistas.
Tanto la escuela chomskiana como la saussureana se plantean como objetivo la descripción y explicación de la lengua como un sistema autónomo, aislado. 

 Los autores funcionalistas (algunos de ellos proceden de la antropología o sociología) consideran que el lenguaje no puede ser estudiado de forma autónoma descartando el "uso" del lenguaje.

Esta posición funcionalista acerca la lingüística al ámbito de lo social, dando importancia a la pragmática, al cambio y a la variación lingüística.
 La escuela generativista y la funcionalista han configurado el panorama de la lingüística actual: de ellas y de sus mezclas arrancan prácticamente todas las corrientes de la lingüística contemporánea (lingüística histórica lingüística evolutiva, sociolingüística, psicolingüística, filosofía del lenguaje, pragmática, lingüística antropológica, aplicada, computacional...)
   
Tanto el generativismo como el funcionalismo persiguen explicar la naturaleza del lenguaje y no sólo la descripción de las estructuras lingüísticas. 
Del estudio teórico del lenguaje se encarga la lingüística general o teoría de la lingüística, que se ocupa de métodos de investigación y de cuestiones comunes a las diversas lenguas.
   
 Ahora bien, la llamada lingüística tipológica y universalista es aquella rama de la ciencia del lenguaje que se ocupa de estudiar las semejanzas y diferencias entre las lenguas. El objeto de estudio de esta disciplina es la totalidad de las lenguas y no la lengua en particular. 
La existencia de universales lingüísticos pone de manifiesto la dignidad de todas las lenguas, se hablen donde se hablen o tengan el número de hablantes que tengan. Todas las lenguas, provengan de donde provengan, son realizaciones concretas de una capacidad asociada a nuestra especie que llamamos lenguaje humano.

 Estos últimos datos han sido cruciales para la elaboración del blog y son a su vez esencia del mismo.

   Naturalmente, quedarían excluidas caracterizaciones gramaticales impresionistas manifestadas a través de pares de adjetivos, tales como:

 complejo/sencillo 
irregular/regular 
fácil/difícil 
rico/pobre
desarrollado/primitivo
elaborado/básico 
complicado/simplificado. 

 Así dice la lingüística, pero si alguien al revisar su propia experiencia, advierte una percepción distinta, alejada o con vistas a matizar la información recién dada... que no dude en compartirla, pues la lengua es posesión del hablante y la vivencia del que la experimentó.
  Para concluir dejo señalas las preguntas que pusieron en pie la creación del blog, las cuales me propongo perseguir dando las respuestas que la lingüística moderna ha sabido responder:
  -¿Cuál es nuestro patrimonio lingüístico? ¿Existe, de verdad, todo ese desnivel entre lenguas indígenas y lenguas de países industrializados?
  -¿Hay personas más aptas que otras a la hora de aprender idiomas? ¿Todos tenemos la misma capacidad de adquisición?
  
-¿A qué edad es más propicio aprender un idioma?
   
¿Por qué a algunas personas les cuesta tanto trabajo aprender un idioma?

-¿Venimos al mundo con nociones del lenguaje, de nuestro propio idioma?

 -¿Cuándo, realmente, podemos decir con seguridad que hemos asimilado el aprendizaje de otro idioma que no sea el nuestro?
  
 ¿Hay diferenciados procesos que experimenta la persona que empieza a aprender otro idioma? 

-¿Qué impulsa a cometer un fallo gramatical? ¿Qué se puede aprender a raíz de lo agramatical?

-¿Cómo está la enseñanza de idiomas? ¿Cuánta importancia tiene aprender un idioma?

  *Nota: mis invitaciones a matizar los descubrimientos de la lingüística moderna no vienen de una desconfianza o incredulidad hacia ellos, sino de mi interés en conocer lo que cualquier persona haya experimentado al enfrentarse al reto de aprender un idioma. Considero enriquecedor y de gran importancia conocer su experiencia, las dificultades que se haya encontrado en el camino, sus motivaciones y desánimos. No quiero que una verdad científica, que de manera inevitable, nos recae como una autoridad indiscutible, tape las impresiones de todos aquellos que guarden un recuerdo diferente. ¡Eso nos hará conocernos mejor!