martes, 28 de mayo de 2013

Aparentes desigualdades.

Circula la falsa creencia de considerar que una civilización que no muestra en su léxico determinada palabra es porque su lengua se lo impide o no está dotada para ello.

Lo mismo ocurre con algunas expresiones o temas más sofisticados: si éstos no aparecen en la lengua de un pueblo será debido a que su lengua no sirve para hablar sobre complejidades. Hasta se ha llegado a concluir, que al pueblo lo que le falta es la mínima intelectualidad para hacerlo. 



Pero basta que nos paremos un par de minutos a reflexionar sobre lo anterior para llegar a una conclusión más certera.

Si una lengua no contiene en su vocabulario determinadas realidades o creemos que su lengua es incapaz de elaborar ciertos discursos, no será problema de la lengua. 
En todo caso, la destreza de incluir palabras y de combinarlas a fin de disertar, no es de la propia lengua, sino de los usuarios de ellas. La lengua sólo es el medio que lo permite.
 


Quizás el error, para que estas creencias sigan circulando como verdades, parta del hecho de considerar que el medio de comunicación de algunas civilizaciones es atrasado, es decir; hay lenguas primitivas en el mundo. 
 Y por supuesto no serán las de las grandes civilizaciones, sino las de aquellas tribus pequeñas perdidas en la selva. ¿Cómo considerar idiomas atrasados al inglés, francés o español? Parece que el concepto de lengua primitiva se ajusta más al de indígena. 



Las lenguas indígenas son objeto de críticas injustificadas: se apoyan en gestos a falta de una estrucutura lingüística compleja, tienen dificultades para expresar nociones abstractas como el tiempo... 



Antes de todo habría que aclarar que todas las lenguas tienen el mismo potencial para saciar las necesidades de sus hablantes. Basta que surja la necesidad de emplear un concepto para que se disponga del procedimiento de crear una palabra o emplear una construcción que lo exprese. Ésto quiere decir que todas las lenguas humanas son competentes respecto a los intereses de sus usuarios. Si en una determinada lengua indígena nunca se ha hablado de tecnología o matemáticas, es porque los usuarios de ella, nunca han tenido que verse envueltos en dichas tareas, por lo tanto, es comprensible que esa lengua no presente en su vocabulario nociones tecnológicas o matemáticas. Pero si en un fúturo una tribu indígena llegara a necesitar de dichos términos, su lengua estaría equiparada de todas las herramientas para traducir esos conceptos en lenguaje. 



Respecto al lenguaje no verbal, igual no somos conscientes de la importancia de los gestos en nuestra cultura. Lo que ocurre es que la importancia dada a estos gestos puede variar según la sociedad. Y además, un mismo gesto puede significar una cosa diferente dependiento de la cultura en la que nos encontremos. ¿Sabían que los búlgaros balancean la cabeza de arriba a abajo para decir no, y de derecha a izquierda para decir sí?



También los italianos son famosísimos por compartir un considerable código basado en gestos. Es verdad que a los italianos se los suele caricaturizar exageradamente con uno de sus típicos gestos, diría yo que su gesto por antonomasia: 
                            Sí, he cogido una imagen del italiano estereotipado, aposta.






Pero puedo decir en primera persona, que utilizan con frecuencia diferentes gestos y que a veces, el contexto no te permite deducir complemente el significado. Aquí van los gestos más extendidos que mi chico me pasó por correo para que me fuese entrenando en el lenguaje gestual italiano: 
  




Estos gestos que comparten los italianos evidencian que nuestra dependencia de los gestos no guarda relación con la estructura de la lengua. Creo que a nadie se le ocurriría decir que la lengua italiana posee una estructura pobre porque sus hablantes se ven en la obligación de recurrir al gesto para poder expresar lo que la lengua no les permite. 



Hemos de recordar o saber que el lenguaje se ha desarrollado primariamente oral, precisamente por las ventajas que éste nos proporciona para la comunicación en la oscuridad. 


Por lo que resultaría incoherente, y sobre todo, ineficaz, que cualquiera de las sociedades existentes decidiera basar su lengua en una total preeminencia de los gestos, y que quisiese persisitir en un sistema de comunicación claramente desaventajado. 



No hay idiomas que no consigan expresar con palabras lo que expresan con gestos. Por supuesto, sí hay gestos que distinguen palabras, pero no es ésta una característica única de las lenguas de tribus indígenas, sino que se dan en todas las lenguas. 



Prestemos atención ahora a los diferentes casos que presenta el verbo navajo yishá (comer): 



-Comer algo duro: yisha'aal

-Comer carne: yishghal

-Comer algo redondo: yishkeed

-Comer algo plano en forma de hoja: yishchozh

-Comer algo pulposo: yists'ééh

-Comer algo líquido: yishdlá

-Comer varias cosas: yishdeel

-Comer en general: yishá
 


En esta lengua indígena norteamericana, hablada por 130.000 personas en Arizona, Utah y Nuevo Mexico, la forma verbal que se emplee para denotar una acción o estado depende del objeto que sufra la acción o que se encuentre en ese estado. 




En un primer vistazo nos damos cuenta de que tienen numerosos verbos para expresar la misma acción, a pesar de que ya disponen de una forma genérica, pero que estás acciones no son exactas las unas de las otras, ya que a la forma genérica (yishá/comer) se le van añadiendo, características diferenciadoras. 


El contraste más llamativo estriba en que la morfología del verbo comer en navajo dependerá de lo que se coma, y en nuestra lengua los morfemas verbales expresan tiempo, persona o número: categorías aparentemente más abstractas.



Bajo nuestro superfical conocimiento en lingúística, podríamos llegar a afirmar que las formas del verbo navajo están más apegadas al entorno físico que los verbos de las lenguas europeas que conocemos, ya que en su gramática queda claramente reflejada una mayor dependencia respecto al contexto práctico o el entorno físico. 



Pero ésto tiene su razón de ser: el carácter del verbo navajo es clasificatorio: dependiendo de a qué clase natural pertenezca lo que se coma, en él aparecerá una u otra forma verbal. Además estamos obviando un hecho importante: el español también presenta clasificación natural. Ésta no se expresa en la morofología verbal como en el navajo, pero sí en la sintaxis. Echemos un vistazo a las siguientes expresiones y consideremos la idea: 



-Pellizco de sal

-Brizna de hierba

-Mechón de pelo

-Hoja de papel

-Jirón de papel

-Viruta de madera



Por último, respecto al verbo navajo, cabe decir que también tiene morfemas de aspecto, tiempo, número y persona, y no sólo eso, sino que además, conoce más morfemas aspectuales que el español. El verbo navajo distingue entre los siguientes aspectos verbales: mometáneo, continuativo, durativo, repetitivo, semelfactivo, distributivo, diversativo, reversivo, conativo, transicional, semeliterativo, serial, entre otros. Todos estos matices aspectuales pueden expresarse en español, pero mediante el uso de perífrasis verbales.




 Volvamos a los clasificadores anteriores: pellizco, brizna, mechón, hoja, jirón, viruta. Éstos no pueden utilizarse indistintamente para cualquier cosa de la que queramos hablar, sino que tienen su entidad predestinada. Todos podemos advertir que en la expresión de las siguientes frases hay algo que no funciona:



*¡Venid a ver los jirones de nieve que caen del cielo!

*Bébete otro pellizquín más de zumo.

*Le cayó de la frente una virutilla de sudor. 



 A todas luces, sería más normal y adecuador decir: 


*¡Venid a ver los copos de nieve que caen del cielo!

*Bébete otro sorbito/traguito más de zumo.

*Le cayó de la frente una gota de sudor. 



Observamos que los clasificadores copo, sorbo o gota son más apropiados para las realidades nieve, zumo y sudor, respectivamente.



Existe el prejuicio generalizado de que las lenguas indígenas tienen que apañarse, una vez más, del medio físico, para expresar nociones abstractas tales como el tiempo. Es otra vez una idea falsa. Echando la vista a nuestro propio idioma observamos que abundan la nociones espaciales para denotar las temporales. 

Comparemos la siguientes expresiones para darnos cuenta del uso que damos a las preposiciones en nuestro idioma: 



Dentro de la casa/ Dentro de cinco minutos.

Alrededor del edificio/ Alrededor de de una hora.

Desde el árbol hasta el coche/ Desde las diez hasta las once.



Incluso utilizamos verbos que indican movimiento espacial para expresar el paso del tiempo: 



*El año que viene

*El año que se va

*Los años vuelan

*Los años corren deprisa.



 O vemos como el verbo ir se utiliza para expresar futuro inmediato, predicción o intención: 
 


Me voy a ir de vacaciones proximamente.

Va a empezar a llover.

Voy a cogerte en brazos.



Los contrastes que apreciamos entre las lenguas de tribus indígenas y las lenguas de nuestro mundo occidental, se basan en cuestiones superficiales, en diferentes expresiones de una misma cosa, o bien, en diferentes enfoques originados por las diversas miradas que podemos echar al mundo. 


Esas posibles visiones vienen determindas por lo que a una civilización pueda interesar o necesitar más respecto al medio donde se desarrollan. Tengamos en cuenta que el lenguaje es compartimento igual a todos los humanos, pero que nuestro idioma mantiene una relación consustancial a nuestra cultura, y ya sabemos que las culturas sí que distan entre sí, por eso, en una determinada lengua quedarán fijadas las características propias de su pueblo y del medio en el cual se realiza.
  
Los entornos y avatares por los que ha tenido que pasar una civilización, de manera inexorable quedarán plasmados en su expresión del lenguaje. Para entender mejor ésto, tenemos que empezar a tener más presente que el lenguaje no es sólo un sistema de comunicación sino que es también un sistema de representación; nos sirve para plasmar nuestro pensamiento y para manipular y organizar la información que nos rodea, y es ésto lo que ha hecho que el ser humano fortalezca y favorezca su adaptación en la Tierra.  

Vimos más arriba como el la lengua navaja era tan preciso a la hora de precisar en el verbo la característica natural de lo que se comía. En otros verbos navajos que expresan movimiento ocurre exactamente lo mismo: se precisa dentro del verbo el tipo de movimiento que se pueda hacer. El motivo lo encontramos en la importancia del movimiento dentro de la cultura navaja; pueblo que durante muchos siglos fue semi-nómada.



Pongamos otro ejemplo; los esquimales tienen en su lengua un gran número de términos para referirse a la nieve, y no porque su lengua se los “regale” por obra y gracia, sino porque les ha tocado vivir en ese determinado entorno de nieve, y por lo tanto en su idioma quedarán reflejadas las características de ese hábitat y las experiencias que viven respecto a ella. 



¿Vivimos nosotros rodeados de nieve? Como la respuesta es una negativa, en nuestra lengua no se reflejará esa “preocupación” por establecer tipos diferentes de nieve, pero no queriendo decir eso, que nosotros seamos incapaces de CREAR términos que establezcan esas diferenciaciones; podríamos hablar de nieve húmeda, nieve otoñal, nieve matutina.... pero, ¿para qué? ... Simplemente no nos interesa, no se halla esa prepcupación en nosotros. Por lo tanto, ¿para qué desarollar esa sensibilidad, si no nos sirve, en este momento, ni para luchar con el medio ni para clasificar algo verdaderamente decisivo para nuestra existencia? 



La variación de lenguas es sólo prueba de algo que ya sabemos: la existencia de diferentes culturas. Esas lenguas se verán impregnadas de las necesidades, preocupaciones, intereses y carácter de sus hablantes. La lengua determina el pensamiento no de manera sustancial, sino de manera limitada. Nosotros manipulamos la lengua y no ella a nosotros. Además, si percepción y pensamiento estuvieran totalmente determinados por la lengua, el cambio lingüístico sería imposible.











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