miércoles, 22 de mayo de 2013

Origen.

Según Derek Bickerton podemos observar a nuestro alrededor claros indicios de un estadio anterior a nuestra capacidad comunicativa actual. Pero estas “señales” sólo se manifestarían en circunstancias peculiares, ya que a falta de lenguas naturales primitivas en nuestro mundo, estos rasgos únicamente serían perceptibles en casos muy especiales del uso del lenguaje. 

Los hallazgos de estadios anteriores estarían presentes en la expresión del lenguaje que hacen los niños de dos años (están en el proceso de adquirir naturalmente un idioma), en pacientes víctimas de lesiones cerebrales (la afasia provoca déficit en la capacidad comunicativa), en determinadas fases que experimenta el adulto al ir adquiriendo una segunda lengua, en el lenguaje de personas que han llegado a la adolescencia sin haber tenido contacto alguno con lenguas naturales, en el lenguaje que usan los chimpancés adiestrados en el uso de un sistema simbólico... pero sobre todo, el caso más ilustrativo vendría representado por las denominadas lenguas pidgin; por ser éstas ideales en la observación de dichas “señas”. 

Una lengua pidgin es el idioma resultante entre dos pueblos, cuyo contacto se ha vuelto necesario o inminente y que al no compartir un idioma común y al ser sus lenguas nativas ininteligibles entre sí, desarrollan una nueva para que el entendimiento se logre. 

La circunstancia más propicia para que un pidgin surja es el contacto entre dos o más hablantes en un contexto de intercambio o comercio. 

Ante la imposibilidad de intercomprensión no queda más alternativa que el desarrollo de un idioma simplificado por los hablantes de las dos comunidades en contacto, que desean comunicarse de la manera más rápida posible. 

Un ejemplo es la Jerga Chinook, usada por lo indígenas americanos y los comerciantes franceses y británicos para comunicarse entre sí en la costa noroeste del Pacífico norteamericano en el S. XIX . 

Estas lenguas se caracterizan por tener un conjunto limitado de palabras y reglas gramaticales muy simples, ya que la información extraída de la comunicación la provee, en gran parte, el contexto concreto referido, que en su papel de detallar la información desambigua los posibles significados, aunque, incentivando el uso de metáforas y circunloquios complejos. 

En general, en todas estas lenguas es imposible expresar morfológicamente la función gramatical de las palabras y el caso (sujeto, objeto), las diferencias temporales (pasado, presente, futuro), las de aspecto (acción terminada o incompleta), o modo (indicativo, subjuntivo) y además carecen de preposiciones o presenta un número ínfimo de ellas. Pero no obviemos el hecho de que éstas no son lenguas naturales, ni mucho menos el hecho de que una vez adoptado este sistema simplificado por la comunidad de hablantes, los niños lo adquieren como lengua nativa. 

Y es este el momento decisivo: el pidgin deja de ser idioma simplificado para convertirse en lengua criolla, (el pidgin se ha criollizado). 

Las lenguas criollas se convierten así, en una sola generación, en lenguas con las mismas exactas características que las demás lenguas del mundo: presentan un vocabulario extenso y una complejidad en sus estructuras idéntica a la de cualquier lengua humana. 

Esto es así porque en el momento en que los niños son expuestos a una lengua materna simplificada (pidgin), automáticamente, en un marco muy reducido de tiempo, empiezan a dotarla de complejidad estructural y de gramática, consolidándola como lengua criolla. 

La aparición de una lengua criolla a partir de una lengua pidgin supone que los hablantes son capaces de añadir los rasgos gramaticales que no estaban presentes históricamente en la lengua pidgin original
 .
Si se preguntan el motivo, éste subyace a nuestra propia condición humana:
La explicación que nos da Bickerton sobre este suceso es la existencia de un bioprograma innato para el lenguaje encargado de determinar un conjunto de estructuras gramaticales específicas, a las que el niño tiene acceso en el caso de estar expuesto a una lengua de rasgos inestables o incompletos. De lo que se deduce, claramente, que parte de nuestra facultad para el lenguaje es innata. 

Percatarse de este fenómeno y advertir la hipótesis de un bioprograma innato le permitió adentrarse en el difícil mundo de dar explicación al origen y evolución del lenguaje.
Bickerton sostiene la firme creencia de que el lenguaje debió de haber surgido de un sistema anterior, aunque no se haya encontrado en el mundo otro sistema comunicativo (lengua, idioma) a partir del cual haya podido evolucionar.
 
Su concepción del lenguaje está más orientada a un sistema de representación más que un sistema de comunicación; pues nos sirve para clasificar y manipular toda la información que nos rodea.
La selección natural ha hecho favorecer los sistemas de representación y percepción del mundo, ya que la sensibilidad con respecto al entorno ofrece a un organismo ventajas sobre sus congéneres.
De manera progresiva, los animales con capacidades cognitivas fueron desarrollando tal incremento en la atención y la memoria que la información recibida del mundo, no podría venir sino de un sistema de representación más complejo. 

Por eso, mientras que los demás animales utilizan un sistema primario de representación de situaciones unitarias (comida, depredador, peligro), el lenguaje humano es una sistema de representación secundario constituido por mecanismos complejos divididos en diferentes partes. Así nos encontraremos con diferentes funciones: verbos que denotan acciones, sustantivos referidos a objetos, adjetivos que expresan cualidades de dichos objetos... 
 
La gramática nos otorga un número ilimitado de oraciones y por lo tanto, un repertorio infinito de expresiones donde plasmar nuestro pensamiento. 

Por consiguiente, el estudio llevado a cabo por Bickerton sobre las lenguas pidgin y criollas le ha valido para elaborar una serie de propiedades de un protolenguaje, que bien pudieron ser rasgos de una etapa evolutiva anterior a la lenguas humanas que conocemos hoy en día:
-En el protolenguaje humano el orden de las palabras está condicionado únicamente por los contextos de uso, ya que no hay estructura sintáctica alguna.
-Cualquier unidad léxica puede estar ausente, sin que haya ninguna restricción sintáctica ni semántica al respecto.
-Ninguna palabra requiere la aparición de otra, por ejemplo; verbos sin complementos.
-No existen patrones para ampliar o complicar la estructura de las oraciones (coordinación y subordinación).
-El protolenguaje carece de cualquier tipo de partícula gramatical (como las preposiciones actuales) que tenga una función formal o sintáctica.
 
A continuación, ofrezco un fragmento de la entrevista concecida a D. Bickerton por la revista alemana Der Spiegel en el año 2002, donde el lingüista nos habló sobre el origen y la evolución del lenguaje, y de cómo la gramática desempeñó un importantísimo papel en su desarrollo. (He seleccionado sólo las preguntas y respuestas involucradas directamente en el asunto). 

Spiegel: ¿El lenguaje entonces es más importante para nosotros que cualquier otro sentido?
 
Bickerton: En cierto sentido, sí: usted seguirá siendo un ser humano aun estando ciego. Incluso las personas sordas y ciegas pueden aprender a hablar. 
 
Spiegel: ¿Esto significa que un niño pequeño, que aun no habla, se convierte paso a paso en una persona? 

Bickerton: No, no lo diría de esa manera. Pues gran parte de nuestra facultad del lenguaje ya existe al nacer. Casi se podría decir que no adquirimos el lenguaje, sino que lo dejamos crecer en nuestro interior.
 
Spiegel: ¿Y cómo se desarrolla ese proceso de “crecimiento”?
 
Bickerton: Bueno, primero el niño se hace con unas cuantas palabras, todas ellas relacionadas con el “aquí y ahora”. En esta fase – más o menos desde el año hasta el año y medio  - el niño se comporta como un chimpancé: sus pensamientos sólo giran en torno a lo que desea. Aun si a un bonobo se le enseñara el lenguaje de signos, solamente lo usará para expresar sus deseos más inmediatos. 

Spiegel: ¿Cree usted que la manera en que el niño comprende primero las palabras y luego, paso a paso, las estructuras gramaticales, reproduce la evolución del lenguaje en sí?
 
Bickerton: En un sentido más amplio, desde luego que sí. Estoy convencido de que nuestros antepasados en un primer momento sólo podían articular palabras pero no oraciones. Y esto no cambió durante muchísimo tiempo, quizás unos dos millones de años. Un lenguaje con estructura gramatical tal como lo tenemos hoy surgió mucho más tarde, probablemente hace unos cien mil años.
 
Spiegel: Pero también los chimpancés parecen poseer una forma rudimentaria de …
 
Bickerton: Sí, se les puede enseñar que usen palabras aisladas. Incluso pueden ensartar dos o tres palabras, al igual que el niño pequeño. La diferencia está en que no dan un paso más. 

Spiegel: Si los chimpancés son capaces de usar palabras, ¿por qué normalmente no lo hacen?
 
Bickerton: Éste es un punto interesante. Para usar un protolenguaje, se requieren dos cosas fundamentales: por un lado la posibilidad de articularlo... 

Spiegel: ...eso lo hacen los chimpancés con las manos.
 
Bickerton: Exactamente. Algunos creen incluso que el lenguaje humano empezó con un tipo de lenguaje gestual. Por ello me preguntará ahora: ¿Cuál es la segunda condición? Es la motivación. Por lo tanto lo que tenemos que preguntarnos es lo siguiente: ¿En que se distinguía el entorno de nuestros antepasados del de los monos actuales? Debe haber habido algo en el medio ambiente que impulsó el desarrollo del lenguaje. Debe haber existido algún factor X que convirtiera la comunicación simbólica en una ventaja decisiva en la lucha por la supervivencia.
 
Spiegel: ¿Y cuál era, en su opinión, ese factor X?
 
Bickerton: Creo que fue un cambio en la ecología que dio el impulso. Todos los antropoides actuales viven en el bosque. Nuestros antepasados, sin embargo, vivían en estepas tropicales, en campo abierto, donde había como mucho bosques de galería en la orilla de los ríos.

Spiegel: Pero en el bosque se puede charlar igual de bien que en la sabana, ¿no?
 
Bickerton: En aquel momento de la historia, dos factores elementales tienen que haber sido distintos para el hombre. En primer lugar, los alimentos estaban repartidos por una superficie mucho más grande. En el bosque, un mono puede alimentarse de frutos y frutas, y cazar un mono más pequeño de vez en cuando. En la sabana, en cambio, la comida se encuentra más dispersa, y además, cambia mucho con las estaciones. La segunda diferencia, quizás más importante, eran los enemigos: hace unos dos millones de años, cuando vivía el homo erectus, había ocho especies diferentes de depredadores – grandes bestias del tipo del lobo, imponentes tigres de diente de sable y demás, animales hoy todos extinguidos. O sea, la vida en la sabana debe haber sido extremadamente peligrosa.
  
Spiegel: Pero otra vez: ¿Para qué el lenguaje? No se espanta a los enemigos con tacos o insultos.
 
Bickerton: Yo me lo imagino de la siguiente manera: Para ahuyentar a los depredadores, se necesitaban grupos de unos treinta a cuarenta individuos. Pero para conseguir comida, quizás haya sido necesario dividirse en varios grupos de ocho o diez. Pero – ¿cómo decirles a los demás a la vuelta de las excursiones dónde habían encontrado comida y a dónde había que dirigirse? Sólo había un camino: la comunicación simbólica.

Spiegel: O sea, ¿el hombre halló el lenguaje como la abeja su baile?
 
Bickerton: Sí, exacto. Es curiosísimo: los únicos seres del reino animal que han desarrollado un sistema de comunicación simbólica, son las abejas. Y las abejas son, al igual que nuestros antepasados, recolectores de alimentos sobre un área extensa. 

Spiegel: Bailar también hubiera sido una bonita alternativa a balbucear palabras...

Bickerton: ...pero los sonidos eran superiores ya desde mucho antes, porque con ellos por ejemplo se podían imitar los ruidos.Imagínese que un hombre prehistórico se encuentra un cadáver de mamut y vuelve con los suyos. Entonces podía haber hecho “Uooogh”, señalando con gestos unos grandes colmillos.

 

Spiegel: ¿O sea, la primera palabra de la humanidad fue “Uooogh” y significaba “mamut”?

Bickerton: ¿Por qué no? De todos modos, seguramente no fue “¡Hola!” o “¡Adios!”, como habría que suponer si el desarrollo de la inteligencia social hubiera sido el motor de la evolución del lenguaje. 
 
Spiegel: Pero por qué entonces pasaron 2 millones de años hasta la primera oración completa? 

Bickerton: Si, es asombroso. Y más teniendo en cuenta que hace falta muy poco para crear un lenguaje con sintaxis. Lo elemental es la así llamada estructura argumental. Para formar una oración, hay que saber quién es el agente de la acción, quién sufre la acción, cuál es la meta de la acción etcétera. Existen unos ocho o diez de estos “papeles temáticos” – los lingüistas discuten sobre el número exacto – que un concepto puede desempeñar en una oración. El cerebro tiene que comprender esta estructura argumental.
 
Spiegel: De otro modo: ¿La gramática le ayudó al hombre a construir mejores herramientas y útiles?
 
Bickerton: La respuesta a esta pregunta es clara: sí. Hay que tener en cuenta un hecho que los paleoantropólogos ignoran de forma persistente: las herramientas prácticamente no han evolucionado durante dos millones de años. Tome por ejemplo el hacha de mano – sin duda un instrumento maravilloso y muy útil. Pues se usó sin modificación alguna durante más de un millón de años. Imagínese que la General Motors en la presentación de un nuevo modelo dijera: “¡Este coche es tan perfecto que sus descendientes todavía lo usarán dentro de un millón de años!”. Nos parecería absurdo. Incluso me atrevería a decir: quien piensa así, no es humano. Todavía está a mucha distancia de ser un humano.

Spiegel: ¿Y todo esto cambió con la gramática? ¿La sintaxis hizo humano al hombre? 

Bickerton: Estoy convencido de que sí. Una cosa es segura: hace unos 100.000 años se produjo un cambio muy abrupto. De repente el hombre empieza a fabricar complicadas herramientas, a crear hermosas joyas, a comerciar – a hacer todo aquello que hoy llamamos cultura. ¿Qué es lo que podía haber desencadenado esto? ¡La sintaxis! Pues cuando usted planifica algo, algo mínimamente complicado, entonces necesita “síes” y “porqués”, es decir, necesita oraciones complejas. Sin ellas permanecería para siempre en el “aquí y ahora”.

Spiegel: ¿Quiere decir que el hombre no aprendió a pensar hasta hace tan sólo cien mil años? 

Bickerton: No lo diría exactamente así. Pero sí aprendió a pensar de un modo algo más complejo. Tome por ejemplo la punta de flecha o lanza de tipo arpón. La púa en sentido contrario de la trayectoria fue un gran avance. Pero para que éste se diera, alguien debía haberse dado cuenta de que la lanza convencional, aunque entraba muy bien en la carne de la presa, el animal sólo tenía que sacudirse para sacársela; que si el proyectil se quedara clavado la presa sangraría más y perdería rápidamente sus fuerzas. Posiblemente el inventor del arpón, ese genio de la prehistoria, haya observado pequeñas semillas dotadas de ganchos para quedar adheridas a la piel o el pelo. Y después pensaría: “¿Y qué pasa si le pusiera unos ganchos así a mi jabalina?” Créame: hay un montón de gramática en la evolución de la punta de lanza. No es que simplemente se encendiera una lucecita en la cabeza y – ¡zas! – surge la idea.

 
Spiegel: Si el gancho no ha surgido espontáneamente, ¿la gramática sí - ¡zas! – surgió de repente? 

Bickerton: Tan de repente por supuesto no ocurrió aquello, pero sí se produjo en un lapso de tiempo relativamente corto. El factor decisivo fue el aumento del número de neuronas – una idea que por cierto no es mía sino de mi colega el neurólogo Bill Calvin.

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