miércoles, 29 de mayo de 2013

Los universales lingüísticos.

Un universal lingüístico es un determinado rasgo o fenómeno que se encuentra presente en todas las lenguas o al menos, en una gran parte de ellas. El estudio de los universales lingüísticos es complementario a dos ramas de la lingüística; la teórica y la tipológica. Esta última como se dijo en anteriores entradas es la encargada de estudiar los rasgos que diferencian las lenguas entre sí. 

El interés por los universales lingüísticos se remonta al año 1660, fecha en la que se publica la Gramática de Port Royal por un grupo de estudiosos del monasterio francés del mismo nombre.
Esta línea iniciada en Port Royal no tuvo continuidad y los estudios lingüísticos estuvieron orientados durante muchos años hacia la diversidad de lenguas y la comparación entre ellas. Sólo en el siglo XX, con los trabajos de J. Greenberg y de N. Chomsky, renace el interés por los universales lingüísticos.
 
Éstos lingüistas se centran en el estudio de las relaciones que se establecen en el interior del propio lenguaje. Por eso, el concepto actual de universal lingüístico mantiene una estrecha relación con el de gramática universal y con la teoría de los principios y parámetros. 

Veamos estos conceptos de la forma más escueta posible: 
 
La gramática universal (GU) es el conjunto de principios, reglas y condiciones que comparten todas las lenguas. Este concepto constituye el núcleo de la teoría de la gramática generativo-transformacional, con la que N. Chomsky propuso explicar el proceso de adquisición y uso de la lengua. Según esta teoría, todos los seres humanos adquieren de forma natural una lengua cualquiera porque disponen de una gramática universal. 

Esta capacidad, innata y específicamente humana e independiente del resto de capacidades, se manifiesta en forma de conocimiento universal sobre las propiedades comunes a todas las lenguas y los rasgos específicos de cada una. Los hablantes acceden al contenido de la gramática universal a través de la activación del dispositivo de adquisición del lenguaje o DAL. Adquirir una lengua consiste en aprender a aplicar en la lengua en cuestión los principios universales y en identificar el valor adecuado de cada uno de los parámetros.


Los principios y los parámetros son dos categorías que, en las últimas versiones de la teoría de la gramática universal de N. Chomsky, permiten explicar el concepto de compettencia lingüística. Los principios hacen referencia a las propiedades generales del lenguaje humano; son abstractos, comunes a todas las lenguas, (por lo tanto, universales) e innatos. En cambio, los parámetros hacen referencia a las distintas opciones que cada lengua adopta, son concretos, particulares de cada lengua y aprendidos. Un parámetro es, así, el grado de variación que admite un universal lingüístico en cada una de sus realizaciones particulares. Los valores concretos de cada parámetro en una lengua determinada se fijan en la infancia durante el proceso de adquisición.


La lingüística contemporánea reconoce distintas clases de universales lingüísticos:

  • los universales sustantivos, que corresponden a categorías de los distintos niveles de la lengua (por ejemplo, todas las lenguas poseen la categoría de nombre, en el nivel morfosintáctico, o vocales, en el fonológico);
  • los universales formales, que tienen relación con las reglas de la lengua (por ejemplo, cómo se transforma una activa en una pasiva, o una asertiva en una interrogativa);
  • y los universales implicativos, que consisten en relaciones constantes que se dan entre distintas propiedades del lenguaje (de éstos, J. Greenberg enumeró hasta 45 distintos; el universal n.º 43, por ejemplo, afirma que si una lengua posee la categoría de género para los sustantivos, también la posee para el pronombre).

Pues bien, el estudio de universales lingüísticos repercute de manera inevitable en muchas ramas de la lingüística y en ciencias relacionadas a ella.
 


Desde el punto de vista ontogenético y filogenético, los universales del lenguaje ponen de manifiesto la accesibilidad de todas las lenguas en su adquisición natural.

Todas, absolutamente todas las lenguas se adquieren por parte del niño con la misma facilidad, lo que quiere decir que todos los seres humanos nacemos capacitados para la adquisición de nuestra lengua materna. 


Si tuviésemos que trasladar a un recién nacido con una familia china, desde su lugar de nacimiento, Sevilla, a Pekín, y a un niño nacido en Pekín a Sevilla, con una familia de esta ciudad, tanto un niño como otro adquirirían sin la menor dificultad las lenguas china y española, aunque sus rasgos físicos difieran marcadamente de los de las personas de su entorno.



No obstante, esta capacidad compartida por todos los humanos sólo tiene validez, como ya os podréis imaginar, para los aspectos naturales de las lenguas y no para los artificiales. La escritura, por ejemplo, no es un aspecto de la lengua que se aprenda de manera natural, sino que necesita instrucción específica, (es evidente que la escritura china es más compleja que la española, y que el niño entonces, tarde más tiempo en aprender una que otra en términos comparativos). 



Por otro lado, los universales del lenguaje sirven de gran ayuda para desentrañar, aunque a veces sea hipotéticamente, el origen del lenguaje y las lenguas. Los universales pueden servir para la investigación de esos orígenes, para así, elaborar un retrato róbot de esa primera o primeras protolenguas.


 También pueden ser útiles para la cuestión del monogenetismo o poligenetismo de las lenguas; es decir, sobre si todas las lenguas provienen de una única lengua originaria o de si en realidad, el origen se halle en un conjunto de lenguas primitivas no relacionadas genéticamente entre sí. Aquí los universales sustantivos son decisivos: si realmente todas las lenguas humanas comparten una serie de características que no se derivan directamente de la configuración física, fisiólogica y mental de los seres humanos, entonces la hipótesis del monogenetismo se vería en gran medida reforzada


Otro fenómeno que pone de manifiesto la existencia de una base común a todas las lenguas del mundo es la propiedad de la traducibilidad; aunque a la traducción entre cualesquiera lenguas naturales humanas, hay que añadirle una reserva: ésta no será siempre en sentido estricto.
 

Ésto se ha puesto en evidencia en las descrpciones que se han hecho de las lenguas más exóticas o alejadas geográficamente, en las que se han encontrado palabras sin términos únicos equivalentes en las lenguas europeas.


Veamos un ejemplo concreto:
 


-Napekepeke: acción repetida de una aguja o instrumento afilado.

-Kutopitopiko: árbol pequeño que da flores de un rojo brillante y muda hojas antes de florecer que se usan para una enfermedad infantil llamada kusam.

-Huteyangha: momento alrededor de las siete de la mañana.

-Doboro: la comida de las chiccas bundu cuando hacen su primera aparición pública, compuesta de sisa, longba, tihiya, npindi, feni y maiya.

-Bkambewo: persona aseada, que presta especial atención a su apariencia personal; amante de los adornos. 



Estas palabras peretenecen al idioma limba, lengua níger-congo del grupo atlántico occidental hablada en Sierra Leona y Guinea. Como se ha podido apreciar, las anteriores palabras no tienen equivalentes exactos en español, pero eso no ha impedido una especie de traducción, ya que ha sido posible traducirlas mediante varias palabras o mejor dicho; mediante la combinación de éstas para dar una definición equitativa a la palabra limba. Pero podríamos acercarnos al significado de ellas a través de palabras de nuestra lengua que sugieren, en parte, la misma cosa. 
 

Para la primera palabra limba (Napekepeke), que se trata de un adverbio utilizado para marcar acciones en las que una aguja o similar penetra un determinado objeto más de una vez, podríamos adjudicar nuestro verbo coser, ya que éste hace referencia a la acción descrita. 


La segunda palabra (Kutopitopiko), tampoco nos imposibilitaría la traducción, eso sí, tendríamos que valernos de una decripción lo suficientemente elaborada que no omitiera detalle de toda la amplitud de dicha palabra limba. 


De la siguiente (huteyangha), podríamos decir lo mismo. No hay palabra equivalente pero sí explicación oportuna.

En cuanto a la cuarta palabra (doboro), al tratarse de una acción cultural propia y exclusiva de la región, no podríamos acernarnos mediante ninguna palabra española.Tendríamos que traducir mediante una compleja paráfrasis, sin impedirnos ello, llegar al sentido de la palabra pertinente. 
 

Por último, para la palabra bakambewo, podríamos emplear varias palabras españolas con un significado más que parecido: pisaverde, lechugino, dandi..


A este universal no es que haya que añadirle las matizaciones hechas arriba, sino que como dije anteriormente, hay que enunciar la gran RESERVA que presenta. Por lo que sería más apropiado, bajo mi punto de vista, anunciar el universal de la siguiente manera: “Toda comunicación interlinguïística es posible”, para luego hacer la pertinente concreción: sí, podemos traducir, pero aquí el término exactitud nunca podrá adquirir su valor estricto, pues las diferencias culturales, ideológicas, históricas, artísticas... existentes, ponen de manifiesto que el sentido de una palabra autóctona como las anteriores citadas, sólo podrán ser aprehendidas genuinamente en su totalidad por los hablantes de la propia lengua.
 


Lo mismo ocurre con la poesía, que poniéndonos estrictos debería ser intraducible, pero nuestra necesidad de compartir valores, pensamientos y emociones nos ha llevado a traducirla.

Podríamos haber leído a Dante en italiano antiguo y así capturar de manera más fiel la esencia de sus palabras, o poniéndonos más estrictos aún, mejor hubiese sido leer a Dante siendo un italiano de aquella época.

Para algunas personas como yo, no fue así, hemos tenido que conformarnos con una edición traducida al castellano, no impidiéndonos eso, recibir el mensaje global de la Divina Comedia y quedarnos satisfechos con la lectura. 



En definitiva, la clave se halla en entender traducción, en este contexto, como explicación del contenido del mensaje. De hecho, nunca se ha encontrado una lengua natural con contenidos inexplicables.

 Ahora bien, lo que si podríamos sacar de la existencia de universales del lenguaje es que todas las lenguas se sitúan en el mismo plano de igualdad estructural. Y que cualquier lengua, pongo sobre todo como ejemplo, las indígenas, son dignas de investigación científica.








2 comentarios:

  1. Qué buen post. Me capturó de principio a fin. Me llevó a ampliar un poco más mis pocos conocimientos sobre la universalidad del lenguaje. Muchas gracias.

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